
CHRISTIAN JIMÉNEZ KANAHUATY
Vargas Llosa es de esos escritores que pueden pensar el oficio de la escritura desde sus concepciones abstractas y formales hasta analizar casos específicos en los que prueba formas de interpretación. Así, los libros sobre Juan Carlos Onetti, Victor Hugo, Cien años de soledad o Madame Bovary, entre otros, son formas en las que sin crear una suerte de tesis alrededor de la creación de la novela, también nos demuestra cómo lee Vargas Llosa la literatura.
En ese sentido este último libro, La mirada quieta sobre Benito Pérez Galdós, es un libro tanto sobre el escritor español como sobre el autor de La casa verde. Siendo muy distintos entre sí, comparten el afán de la construcción de un mundo que pretende ser autónomo del de la realidad y funcionar como un lugar desde el cual se puede pensar y reflexionar sobre el tiempo histórico que toca vivir a diferentes personajes que tienen la intrincada labor de ser representaciones de pulsiones y esperanzas, violencias e ideas y luchas y derrotas de toda una época, y quizá por ello Vargas Llosa sea tan lapidario y duro en los juicios que esgrime a lo largo del libro sobre el autor de Misericordia.
Algo que hace diferente a este libro es que por la cantidad de libros escritos y publicados por Pérez Galdós, que se componen por novelas y obras de teatro, el recurso que Vargas Llosa utiliza es el de las reseñas para buena parte de la obra, dejando un ensayo medianamente largo para concretar y acertar algunas ideas alrededor del programa narrativo que Benito Pérez Galdós desarrolló, emulando a Balzac, y que reciben el nombre de Episodios nacionales cuyo objetivo es el de literaturizar la historia de España.
Cada reseña, no sólo resume el libro atendido, sino que casi siempre, en el párrafo final, Vargas Llosa establece un criterio estético y de legibilidad sobre la obra, haciendo de esa manera un juicio y una composición de fallos y aciertos, que son los que a la larga priman para que él pueda establecer con cierto sentido del rigor académico si Galdós es o no el escritor más importante de su época.
Si se toma en cuenta solamente esta sección del libro, éste puede funcionar muy bien como una introducción a la obra del escritor español y ser un material que bien puede acompañar las clases escolares o universitarias para quienes estén interesados en indagar y resumir con brevedad el sentido y significado y los límites y alcances de las novelas de Galdós, pero por suerte, el libro tiene el ensayo general sobre los Episodios nacionales y como coda, una valoración general.
Parecería que Vargas Llosa se presta a leer en Galdós a algo más que sólo un escritor, se predispone a encontrar materia prima para sus proyectos, modelos, formas, expresiones, pero queda defraudado; resiente que Galdós no supere ciertos tópicos y formulaciones que él reclamó siempre a los escritores peruanos que lo precedieron. Y es ésa tensión la que corre por todo el libro. Es un lector atento que quiere decir cosas desagradables y desfavorables del autor que le toca reseñar, pero como nobleza obliga se guarda en los comentarios feroces y los traduce a una serie de enumeraciones de fallas de estilo.

Leer es también reescribir y eso lo sabe Vargas Llosa, por eso, en las reseñas de la primera y segunda parte del libro, en ocasiones va más allá y toma partido por la prosa o el tema o el estilo y sugiere movimientos y supone reivindicaciones. Hace del libro ya publicado un ejemplo de lo que podría ser. Esto funciona de forma interesante porque no es una corrección editorial, es una corrección sobre la forma, sobre el modo en que se escribe la novela y el modo en que la escritura debe ser tan o más importante que el tema. Por ello reclama a Galdós en diversas oportunidades que, si bien este se declara seguidor de Flaubert, jamás aprendió la lección que el francés dio cuando escribió Madame Bovary.
Y como Galdós no cumple con las expectativas que el propio Vargas Llosa impone, no tiene mejor ocurrencia que hacer lo que mejor sabe: escribir sobre el oficio de la escritura y sobre el sentido de la novela y por ello termina siendo una clase sobre cómo leer ficciones, y sobre el modo en que la escritura forma novelas; pero además de ello, cuando más se acerca a Galdós termina por ganarse las buenas costumbres. Se refiere a él como un escritor fuera de serie por la capacidad de su trabajo y entrega y como un autor que se impone una tarea hercúlea. Pero, además, intenta pensar a Galdós como un protagonista español de la tradición del folletín europeo, tradición en la que están y empiezan Flaubert, Balzac, Dickens y otros escritores más y en su afán de volver a Galdós universal, también lo hermana con el naturalismo de Zola.
Habría sido interesante que escribiera este libro con la misma rabia y contundencia con la que escribió La utopía arcaica en la que, sin contemplaciones, ajusticia a José Maria Arguedas. La ferocidad y lo corrosivo de la prosa decae en ese camino crítico del autor de La ciudad y los perros, porque es posible que se haya guardado en favor de las buenas costumbres y ser parte de una comunidad política –la española- que no se lo hubiera perdonado, en ese sentido, parte del libro recordando un debate publicado en la prensa entre Javier Cercas y Antonio Muñoz Molina, en el que Cercas ataca a Galdós y Muñoz Molina saca cara por el autor de Gloria. Vargas Llosa dice que a pesar de compartir una gran amistad y admiración por Cercas debe estar en desacuerdo con él. Pero es interesante esto porque parecería que el prólogo fue escrito antes que el libro, porque todo lo que viene después, aunque con matices y un lenguaje crítico moderado, no hace sino dar razón a Cercas. Lo que Vargas Llosa hace para salvar el abismo es esgrimir una teoría más sobre la escritura: la mirada quieta. Esto no es otra cosa que la imposibilidad de dar vida en movimiento a los personajes y dudar en la escritura sobre el rol del narrador haciendo incluso que Galdós confunda y mezcle el narrador personaje con el narrador omnisciente dando lugar a equívocos y novelas fallidas.
El libro es más sobre Vargas Llosa que sobre Galdós, pero quizá por ello sea propicio leerlo, porque nos muestra cómo también se va leyendo en el tiempo. Y se pueden establecer compasiones entre los primeros libros críticos de Vargas Llosa y este que ahora dedica a Galdós. No es que decaiga el nivel, lo que pasa es que hay un sentido menos violento por decir lo que de verdad ocurre en el texto. Hay, sin siquiera desearlo, también una voluntad por ser políticamente correcto. No se estrella con el autor, aunque todos los argumentos apuntan a ello, pero termina sentenciando que Galdós es un gran escritor porque escribe muy bien algunas de sus novelas y porque su empeño no tiene igual.
Esto último también habla del propio autor porque nos muestra a un Vargas Llosa que, aunque defraudado por el objeto de su investigación, se empeña a seguir con él hasta el final, no porque sabe que encontrará algo. Lo hace porque no puede permitirse a esta altura de la vida a dejar inconcluso un proyecto sobre el cual se había generado muchas expectativas.
SOBRE EL AUTOR

Christian Jiménez Kanahuaty (Bolivia) ha publicado dos novelas, "Invierno" (2010) y "Te odio" (2011), con la Editorial Correveidile. La novela "Familiar" (2019) fue publicada por Editorial 3600. Su más reciente obra se titula "Paisajes" (Ediciones E1, 2020). Ha contribuido con su poesía a varias antologías como "Cambio Climático, panorama de la joven poesía boliviana" (Fundación Patiño-Bolivia); Tea Party I (Cinosargo editores-Chile), Traductores del silencio (Sanatorio editores-Perú) y Sucia Resistencia (Ed. Groenlandia, España).
Varios cuentos suyos han sido publicados en antologías como "La nueva generación" (Ed. Correveidile-Bolivia, 2012) y "de Imposibilidades posibles" (Ed. Kipus-Bolivia, 2013). "Nuevos Gritos Demenciales, antología del cuento de terror" (Ed. 3600. La Paz, 2011), "Una espuma de música que flota. Antología de cuento Bolivia-Ecuador" (Editorial Jaguar, 2015) y en la revista Intravenosa de Argentina.
Dentro de su obra de no ficción destacan el libro "Ensayos de memoria" (Autodeterminación, 2014), "Bolivia. El campo académico, cultural y artístico 2003-2016" (Autodeterminación, 2017), "Movilización indígena por el poder" (Autodeterminación, 2012), La maquinaria andante (Abya-Yala, 2015) y Distorsiones del colonialismo (Autodeterminación, 2018). Sus últimos trabajos publicados son el ensayo titulado "Roberto Bolaño, una apropiación" (2020).
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