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Instalación

  • Foto del escritor: Christian Jiménez Kanahuaty
    Christian Jiménez Kanahuaty
  • 30 jul
  • 10 Min. de lectura

Christian Jiménez Kanahuaty I POESÍA I BOLIVIA

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"Instalación" es una colección de primeros versos extraídos de la antología Poesía en movimiento. México 1915-1966. Cada línea funciona como un destello poético, evocando imágenes, emociones y reflexiones diversas. Desde la melancolía ("A veces me dan ganas de llorar") hasta lo onírico ("Soñar, soñar la noche"), la obra captura la riqueza lírica de la poesía moderna. Aunque fragmentaria, la selección invita a explorar los poemas completos, destacando su poder evocador.


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A caballo, Tarumba.

A la cálida vida que transcurre, canora.

A la cama del día entran gentes y cosas.

A las tres y veinte, como a las nueve y cuatro.

A los hombres, a las mujeres.

A nada puede comparar un cementerio en la nieve.

A quien los quiera, la vajilla.

A su pregunta, yo sobre la piel.

A tu lado.

A veces me dan ganas de llorar.

A veces uno toca un cuerpo y lo despierta.

Abría las salas.

Abrías temporadas en que la primavera nos invade.

Abro la puerta, vuelvo a la misericordia.

¿Acaso era necesario decir que las señales de amor eran tan evidentes?

Acata la hermosura.

Afuera llueve; sueña el insecto en una celeste hechicería.

Ah, pero a veces amanecemos con el alma de opereta.

Al alba, los gallos norteños.

Al golpe del oro solar.

¡Aleluya!

Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido…

Altas, doradas urnas en sus lechos de níquel.

Amanecen.

Andar así es andar a ciegas.

Ángel de lo negro.

Antes del reino.

Antes que el viento fuera mar volcado.

¡Apenas si te conozco!

Aquí, está el sol con su único ojo.

Así despierto. Mis entrañas

Así surges del agua.

Asoman la cabeza por el solar vecino.

Aún en vida un halo oscuro te rodeaba.

Aún ha vuelto el alba, pero nace, asoma.

Aunque a cuchillo caigan nuestros hijos.

Aunque jamás se muda.

Bajo de mi ventana, la luna en los tejados.

Bella la muerte al borde de un callado.

Bíblica fatiga de ganarse el pan, desconsiderado miedo a la pobreza.

Buenos días.

Cae la rosa, cae.

¡Circe, diosa venerable!

Cohete de larga vara.

Colgué en sus labios el asombro.

Como el sol desde la tarde.

Como la sed, cómo el sueño, como el aullido, como el llanto.

Como un índice.

Como un meteoro capaz de resplandecer con luz propia a mediodía.

Compartimos sólo un desastre lento.

Con un salto de gacela magnífica.

Conjuro de vestía enhechizada.

Considera, alma mía, esta textura.

Coronado de sí, el día se extiende sus plumas.

Corre un automóvil y las palomas vuelan.

Creeríase que la población…

Cuando de noche, a solas, en las tinieblas.

Cuando he perdido toda fe en el milagro.

Cuando los hombres alzan los hombres y pasan.

Cuando me dividiste de ti, cuando me diste.

Cuando me sobrevenga.

Cuando salió del colegio y cumplió veintiún años.

Chillaron los pájaros.

Dad fe del vasallaje baldío, media muerte.

De algún tiempo a esta parte.

De hinojos en el vientre de mi madre.

De lengua partida y minuciosa.

De una mirada huyo que me huye.

Del pasado remoto.

Del sonido a la piedra y de la voz al sueño.

Del verano, roja y fría.

Dentro de estos cuatro muros.

Desde Pulteney Brigde, en Bath, miro la niebla.

Desde que el perder el cuerpo te escondiste en el aire.

Desligados del cuerpo.

Después de establecer un servicio de viajes de ida y vuelta.

Devuelve a la desnuda rama.

¡Dientes del sur! Caverna de aire vivo.

Diez kilómetros sobre la vida.

Dije: si la luz fuera compacta como mi mano…

Dime, mujer, ¿dónde escondes tu misterio?

Doblaron en el viento las mariposas fúnebres sus alas.

Domingo por la mañana.

Donde el ensoñado y el soñado.

Dondequiera que haya un duelo.

Durante la enfermedad, se soñó cabalgando.

El agua de la sombra nos desnuda.

El alba cruel del moribundo esperas.

El capitán Frans Banning Cook.

El cielo se desnuda: curvas brutales, gritos.

El día.

El día que cumpliste nueve años.

El fusilamiento es una institución.

El jardín está lleno de hojas secas.

¡El mar, el mar!

El mar es una historia.

El paisaje marino.

El pedacito de madera.

El pequeño mono me mira.

El presente es perpetuo.

El que nada se oye en esta alberca de sombra.

El silencio por nadie se quebranta.

El tiempo, al mismo tiempo.

En Ámsterdam.

En el ocaso del odio y del deseo.

En el bar del British Club.

En el rigor del vaso que la aclara.

En el último día del mundo.

En esta presencia amarilla -entre dos lámparas- de la noche.

En Holanda me lavo las manos.

En la agónica gota de un reloj cuya máquina…

En la cúspide radiante.

En la red de cristal que la estrangula.

En los ojos abiertos de los muertos.

En medio den un silencio desierto como la calle antes del crimen.

En México, Chihuahua.

En oleaje caviloso, digo.

En realidad, los elefantes.

En su pizarra negra.

En tu semblante de vegetal en reposo, joven mía.

En una universidad poco renombrada…

En vano ensayaríamos una voz que les recuerde algo a los hombres…

Enterrado vivo.

Entonces ellos -son mi hijo y mi amigo-

Entre los matorrales del silencio.

Eres la compañía con quien hablo.

Eres la mar profunda, habitada de sorpresas.

Es mar la noche negra.

Es Toledo ciudad eclesiástica.

Es tu nombre y es también octubre.

Es una tarde en Leyden.

Ésa te conviene: la dama de pensamientos.

Esas que allí se ven, vagas cicatrices entre los campos de labor.

Escalera de torre, puerta.

Escribo sobre la mesa crepuscular.

Espaciosa sala de baile.

Esta forma, la más bella que los vicios…

Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos.

Esta rauda luz blanca borra todo.

Esta vez volvíamos de noche.

Estar simplemente como delgada carne ya sin piel.

Este lánguido caer en brazos de una desconocida.

Estoy a la intemperie.

Extranjera es la luna.

Fieras desnudas que la noche amamanta.

Flamea el desgarramiento del alba.

Fuera del espacio y del tiempo, los ciervos discurren…

Gracias, ¡oh trópico!

Habrá niebla en los tejados.

Hace años, con piedrecitas, basuras, yerbas…

Hay gente mala en el país.

Hay una casi negra.

He aquí que estamos reunidos.

He olvidado mi nombre.

Heme aquí de nuevo metido entre palabras.

Hijo único de la noche.

Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza?

Hora extraña, no es.

Hormigas sobre un…

Hoy escribo su nombre, y él, mi perseguidor…

Hoy se venden recuerdos y se compran olvidos.

Hoy tuvimos noticia del poeta.

Incendia, joven Hipmos, ese lirismo lógico.

Jugaré con las casas de Curazao.

Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío.

Junto en la tarde tranquila.

La barca morena de un pescador.

La bruja, le decían.

La casa sale por la ventana, arrojada por la lámpara…

La creación está de pie.

La elegida desciende, y en mis hombros.

La gris es una joven extranjera.

La guadaña del minutero.

La guitarra tenía un sonido ácido.

La inevitable blanca.

La loca poesía tiene el sombrero del sol.

La luz final que hará.

La melena del león cubre el zoológico del cielo.

La mesa es imponente.

La oda tropical a cuatro voces.

La que escoge y conforta.

La renovada muerte de la noche.

La vecindad del mar queda abolida.

Las cosas que entran por el silencio empiezan a llegar al cuarto…

Las horas se adelgazan.

Las mujeres de gestos de madrépora .

Lengua extraña en mi boca, entre dientes.

Li-Po, uno de los “Siete sabios en el vino”.

Lo empiezas a saber.

Lo mismo que Adán sumergido hasta la alondra del silencio.

Lo que vuelva será breve retrato…

Loro idéntico al de mi abuela.

Los grupos de palomas.

Los peces de colores juegan.

Los pueblos azules de Siria.

Llama.

Llega, no se sabe de dónde, a todas partes…

Lleno de mí, sitiado en mi epidermis.

Magueyes afiliados apuntan al cielo caluroso.

Mañana. Acaso el sol golpea en dos ventanas que entran en erupción.

Mañana me dirás que su cuerpo fue tuyo.

Mañana será lunes. Todos los lunes llueve.

Más adelante cuanto más nos hieren.

Mas he aquí al lince de juventud extrema.

¡Mas qué vaso -también- más providente!

Más rápido que el pensamiento va la imagen.

Matamos lo que amamos. Lo demás…

Me empiezan a desbordar los acontecimientos.

Mejor será no regresar al pueblo.

Mi amada es una tierra agradecida.

Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.

Mi corazón retrógrado.

Mi madrina invitaba a mi prima Águeda.

Mi mujer en primavera.

Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios.

Mientras lo cargan.

Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos.

Mientras los niños crecen y las horas nos hablan.

Mientras que baña su generosa luz todas las cosas.

Mientras tomo una taza de café repaso los poemas.

Mira cómo, desde este exilio de cemento.

Miro las herramientas.

Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica.

Mis pasos en esta calle.

¡Mueran los gachupines!

Mueve los aires, toma en fuego.

Música, huesos a compás. Y rojos.

Música y noche arden renovando el espacio, inundan.

-Música y pan, leche y vino, amor y sueño: gratis…

Nada altera el desastre: llena el mundo.

Nada más que horror, espacio puro y vacío.

Nadie sale. Parece.

Neoyorquina noche dorada.

Ni tu silencio duro cristal de dura roca.

No: aquí la tierra triunfa y manda.

No canta al grillo. Ritma.

No es Cuba, donde el mar disuelve el alma.

No es cuestión de hacer un esfuerzo y de ir en contra de la corriente…

No está en ninguna parte.

No haremos obra perdurable… No

No prevalecerá la limosnera.

No tengo tiempo que perder.

No vino a despedirse.

Noche mortal y combatiente, niebla.

¡Oh inteligencia, soledad en llamas…!

Oh vieja casa dura, dura lanza, hueso impío…

Oigo palomas en el tejado del vecino.

Otro mundo.

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día.

Para no recordar, a ciegas.

Parece la sombrilla.

Parece roer el reló.

Pavo real, largo fulgor.

Pero el agua recorre los cristales.

Pero soy como me hiciste, Diosa.

Pero voy caminando hacia el retorno.

Piedras que inútilmente cubre el tiempo.

Por cabezas que se levantan.

Por fuera estás dormida y por dentro sueñas.

Por nada los gansos.

Porfía la libélula.

Porque, a pesar de todas las pieles de becerro…

Porque no era válido salir a buscar el juego del mar.

Primeramente se lanzaban al agua uno tras otro, y salían .

Primero, un aire tibio y lento que me ciña.

Propio camaleón de otros cielos mejores.

¡Pueblo mío, pueblo que mis magros pensamientos alimentan con migajas…!

Pues las manos donde mis guantes querían.

Qué bien barres mis sueños.

¡Qué gran curiosidad tengo de verte…!

Qué hermosa eres, Diablo, como un ángel con sexo, pero mucho más despiadada

¡Que me impregne…!

¿Qué será de mi amor cuando yo haya muerto…?

¿Qué viento se detiene en esa rama pulverizada?

Querido Jan Vermeer

¿Quién, a la hora del duende, no vio escaparse la esfera…?

Rápidas manos frías.

Recorriendo su tela.

¿Recuerdas que querías ser un poeta telúrico?

Relojes descompuestos.

Reposa y pesa el mar.

Revienta el sol.

Rodeado de noche.

Ronda por las orillas, desnuda, saludable…

Rubio pastor de barcas pescadoras.

Ruedan las olas frágiles.

Ruega por mí y mi impía estirpe, ruega.

Salen las barcas al amanecer.

Salta de una vez en cuando, sólo para comprobar su radical estático…

San Isidro, patrón de Madrid, protector de la holgazanería.

Sangre y humo alimentan las hogueras.

Se agrieta el labio nace la palabra.

Se ajaron mis ropas de polvo colorido.

Se hablaba de un desfile de camellos bajo el arco de triunfo del ojo de las agujas…

Sentadito en la sombra.

Si alguien te dice que no es cierto…

Siempre me descubro reverente…

Sobre el azar alzaba su cabello.

Sobre la reverberación de la piedra.

Solemnidad de tigre incierto, ahí en sus ojos.

Sólo la luz de la tarde.

Sólo la voz, la piel, la superficie.

Sonámbula y picante.

Soñar, soñar la noche, estaba dentro.

Subir los remos y dejarse llevar.

Suena el mar…

¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo.

Tarumba.

Te amo ahí, contra el muro destruido.

Te puse una cabeza sobre el hombro.

Te veo aquí sonriendo con las manos extendidas…

Tenemos doce lugares.

…tengo frío, tengo frío.

Tierno sauz.

Tierra mojada de las tardes líquidas.

Todo el mundo está en llamas: lo visible.

Todo es andar a ciegas, en la…

Trópico, ¿para qué me diste?

Trozos de barro.

Tú, yo mismo, seco como un viento derrotado.

Un domingo.

Una blancura te inunda.

Una piedra de sol.

Una tarde con árboles.

Una vez, de repente, a medianoche.

Va el cortejo fúnebre por la calle abajo.

Vamos a cantar.

Ven.

Ventana a no más paisaje y sin más dimensiones que el tiempo.

Verde o azul, fruto del muro, crece.

Viento nomás, pero corregido en causes de flauta.

Volaron águilas, leones…

Y después, aquí, en el oscuro seno del río más oscuro…

Y llegó a la montaña donde moraba el anciano.

Y todavía, todavía el ciego Tiresias va cojeando mientras recuerda al mar.

Yo miro esto que pesa inmensamente.

Yo no canto.

Yo no digo que el sol, inaprehensible sueño de mi piel…

Yo no lo sé de cierto, pero lo supongo.

Yo, pecador, a orillas, de tus ojos…

Yo soy un punto muerto en medio de la hora.

Yo también hablo de la rosa.


Nota: esta es una instalación fundada en el Índice de primeros versos de la antología Poesía en movimiento. México 1915-1966, cuyas selecciones y notas son de Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis. Prólogo de Octavio Paz. La edición de la que se extraen estos primeros versos corresponde a la 12ava edición, color violeta, publicada en México por la editorial Siglo XXI en 1978. Y cuya primera edición data de 1966.


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CHRISTIAN JIMÉNEZ KANAHUATY

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Nacido en Bolivia, ha publicado dos novelas, "Invierno" (2010) y "Te odio" (2011), con la Editorial Correveidile. La novela "Familiar" (2019) fue publicada por Editorial 3600. "Paisaje" (Ediciones E1, 2020) y "Cuidar el Fuego" (Editorial Plurinacional del Estado, 2023) son sus más recientes obras.

Ha contribuido con su poesía a varias antologías como "Cambio Climático, panorama de la joven poesía boliviana" (Fundación Patiño-Bolivia); Tea Party I (Cinosargo editores-Chile), Traductores del silencio (Sanatorio editores-Perú) y Sucia Resistencia (Ed. Groenlandia, España). El pomeario "Moxos" fue publicado el 2023 (Editorial Plural).

Cuentos suyos aparecieron en antologías como "La nueva generación" (Ed. Correveidile-Bolivia, 2012) y "de Imposibilidades posibles" (Editorial Kipus-Bolivia, 2013). "Nuevos Gritos Demenciales, antología del cuento de terror" (Editorial 3600, La Paz, 2011), "Una espuma de música que flota. Antología de cuento Bolivia-Ecuador" (Editorial Jaguar, 2015) y en la revista Intravenosa de Argentina.

Dentro de su obra de no ficción destacan el libro "Ensayos de memoria" (Autodeterminación, 2014), "Bolivia. El campo académico, cultural y artístico 2003-2016" (Autodeterminación, 2017), "Movilización indígena por el poder" (Autodeterminación, 2012), La maquinaria andante (Abya-Yala, 2015) y Distorsiones del colonialismo (Autodeterminación, 2018). Sus últimos trabajos publicados son el ensayo titulado "Roberto Bolaño, una apropiación" (2020).

 

 

 

 

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