La creación y la nada
- Verónica S. Tejerina Vargas
- 29 abr
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Actualizado: hace 7 días
Verónica Stella Tejerina VargasI ENSAYO I BOLIVIA

La creación y la nada, de Verónica Stella Tejerina Vargas, es una reflexión profunda y poética sobre el proceso creativo. Desde el vacío hasta la forma, la autora describe el viaje íntimo de la inspiración como un trance de lucha y revelación. La creación emerge como un acto sagrado, misterioso y vital, donde el caos y el silencio se transforman en arte. Un texto para quienes reconocen la oscuridad fértil que antecede a la luz creativa.

“Tú sabías que la poesía debe ser usual como el cielo que nos desborda, que no significa nada sino permite a los hombres acercarse y conocerse. La poesía debe ser una moneda cotidiana y debe estar sobre todas las mesas como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo. Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán frente a los árboles, que la poesía no se pregona en las plazas ni se va a vender a los mercados a la moda, que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas, ni el pobre humor de los que quieren llamar la atención con bromas de payasos pretenciosos y que de nada sirven los grandes discursos tartamudos de los que no tienen nada que decir. La poesía es un respirar en paz para que los demás respiren, un poema es un pan fresco, un cesto de mimbre”
(Jorge Teillier. El poeta de este mundo. Libro: Muertes y maravillas. Chile. 1971)[1]
Somos hábiles constructores que de la nada lo creamos todo, para luego reducirlo nuevamente a la nada. Existe en toda creación un sentido oculto, más también el sinsentido que se apodera de todo acto creativo. Sin duda, el fuego inventor parte de una idea, ésta es la raíz. De ese desafiante y cegador rayo que nos persigue, encuentra y fulmina. De ese aliento que se adelanta a nuestra consciencia para susurrarnos y retarnos a la acción. Con asombro respondemos al llamado, a aquello que desconocemos, y cuya voz y presencia se revelará, tan sólo y finalmente, cuando le otorguemos vida.
¿Cómo se da el proceso creador? Cada caso es particular, cada viaje es personal. La inspiración es una corriente de constante actividad mental y emocional, que se alimenta día a día. De sinapsis que enlaza elementos dispares, separados u olvidados. Sin embargo, también existe mucho de misterio en estos pasos de exploración, al despertar conexiones inconexas. Muchas de ellas provenientes de tormentas o explosiones mentales y emocionales que nos ahogan en lo profundo del vacío, tratando de aniquilarnos. De ahí emergemos exitosamente, con la perla preciada en mano, con la oscuridad y el caos doblegados; con el contenido que espera, acertadamente para tener forma y materia, convirtiéndose en: poesía, imagen, color, canto, música o danza.
Asimismo, es en estos actos de gestación donde el tiempo se detiene, para dar paso a largos paréntesis de abstracción. Así vamos fijando la mirada y el silencio en dirección de lo interno, donde aparentemente “perdemos el tiempo”, mal interpretando esta vital fase de inacción, la cual es la antesala a la decisión y voluntad inquebrantables. El crear es luminosa penumbra que perturba a los que nos rodean. Ya que, el diálogo profundo, mudo o bullicioso con uno mismo, la contemplación distante y la obsesión mental generan temor. Los otros nos observan como si fuéramos frágiles insectos atrapados en los hilos y capullos de nuestros propios pensamientos, en intenso trance metamórfico. Todo este drama, nos conduce a la liberación, al vuelo y a la explosión creadora.
Podemos afirmar que la encomienda nos persigue, así como nosotros a ella. Tras arduo trabajo, se realiza el vital encuentro. Un encuentro que produce la colisión de mundos, destrozando y disolviéndolo todo, dando lugar a algo distinto. Otros caminos creativos evidencian llamativos fenómenos para toda y todo creador, ya que en la formación de nuevas ideas se experimenta la certeza de que, en el mundo que nos circunda, existe un cúmulo de información infinita y oculta que nos ronda, se agolpa y arremolina, esperando el momento preciso para permearse e ingresar a nuestro mundo, que es nuestra propia mente. Es como si diferentes canales de comunicación buscaran entrar en conexión y concordancia con nosotros y nuestras frecuencias mentales.
Por tanto, podríamos aseverar que las creaciones nos invaden, nos poseen y nos utilizan, ya que quieren transmitir el mensaje de su universo al nuestro: ¡quieren manifestarse! Efectivamente, algunas veces el creador o creadora se siente como un instrumento, un canalizador de ideas que ni siquiera es consciente de su existencia, sin poder identificar el momento exacto de su aparición. Consecuentemente, el inventor acepta el reto, consintiendo la mano que se posa invisible e impulsa al descubrimiento conjunto.
Si bien, el crear puede irrumpir de forma repentina, esto no significa que esta labor sea sencilla y carente de esfuerzo. Todo lo contrario… encontrar el conducto adecuado para traer el conjunto de información necesaria, o hacer que la idea emerja desde cero, produce grandes crisis y confusiones. Puesto que en todos los casos toca separar el trigo de la mies. En cada hebra creativa se encuentra también la curiosidad del creador para desentrañar aquello que lo ha escogido para manifestarse. Igualmente, la nada, al buscar ser algo, se cristaliza en impensadas formas, que en su afán por mostrarse termina por presionar e intranquilizar al portador del enigma, el que no se siente liberado hasta que muestra a la luz las múltiples oscuridades y voces que albergaba, transformándolas en potente alimento individual y colectivo.
Finalmente, todo duro camino de ascenso creativo, llevando a cuestas la decisión, la acción, el desánimo o el cansancio, está plagado de obstáculos y presión. Más, por duro que éste sea, tiene como resultado la culminación, y con ella, la satisfacción y la momentánea paz que le dará sentido al aparente sinsentido de largas horas, días, semanas, meses o años de labor. Y como efecto, traerá también indiscutiblemente el maná del conocimiento que podrá ser disfrutado y compartido por el propio inventor que, al final de cuentas, crea para no morir de olvido, ansia, soledad o vacío. Así, la creación se convierte en fiel compañera, en vida, más allá de la muerte. Porque la creación se corona momentáneamente por sobre la nada antes de diluirse por completo, y por esos efímeros triunfos o derrotas vale la pena caminar, crear y ofrendar.
[1] Fragmento proporcionado por el poeta y escritor chileno Rodrigo Rojas Terán.

VERÓNICA STELLA TEJERINA VARGAS

Profesional boliviana – nicaragüense, magíster en Educación Intercultural Bilingüe (EIB) del Programa de Formación en Educación Intercultural Bilingüe (PROEIB Andes), en la ciudad de Cochabamba - Bolivia (2013). En esta ciudad obtuvo también su licenciatura en Lingüística aplicada a la enseñanza de lenguas, otorgada por la Universidad Mayor de San Simón (2006). Diplomada en Ciudadanías Interculturales por el Programa para la Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) (2009), e Interculturalidad y Descolonización por el Instituto Internacional de Integración del Convenio Andrés Bello (IICAB) (2010), ambos en las ciudades de La Paz - Bolivia.
Además de realizar investigaciones en los temas de ciudadanía, interculturalidad y descolonización con pueblos indígenas y movimientos juveniles ha complementado su carrera académica con el de la fotografía y la ilustración artesanal/digital, ya que considera que el arte es poderosa herramienta creativa, generadora de reflexión, incidencia y transformación.
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