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  • Foto del escritorRonnie Camacho

Profundo

Actualizado: 7 feb 2022


RONNIE CAMACHO BARRÓN

 

Desde niño soñé en convertirme en biólogo marino, me encantaba pasar horas frente a la playa recogiendo pequeñas conchas, tomando como mascotas a los cangrejos y observando ballenas en el horizonte. Sin embargo, mi padre se opuso: quería que estudiara ingeniería aeroespacial y siguiera sus pasos en la NASA diseñando cohetes.


Traté de hacerle entender que el mar era mi vida, pero él aseguró que el océano ya no tenía nada que ofrecernos y que era en el espacio donde se encontraba el futuro de la humanidad. Discutimos por horas, hasta que harto, puso un ultimátum: estudiaba lo que él quería o me iba de casa. Escogí la segunda opción, fue difícil, pero no me rendí y, aunque no pude convertirme en biólogo marino, como buzo del ejército pude estar tan cerca del mar como siempre quise.


Pasaron diez años antes de que me reencontrara con mi padre. Fue durante una misión en el triángulo del diablo, después de un despegue fallido, cuando un componente radiactivo se hundió en la zona y era deber de mi unidad el recuperarlo.


Cuando me vio, pensé que se alegraría o que al menos se mostraría sorprendido, pero en su lugar, se acercó a mí y me susurró al oído lo siguiente: “Ahora entenderás por que el futuro está en el espacio”. Después de eso, y sin más explicaciones, se marchó y yo me sumergí.


Todo fue normal hasta los novecientos metros. Apenas vislumbramos el objetivo, lo enganchamos con un cable que lo subiría a la superficie, pero cuando estábamos por halar de éste algo sucedió. Un colosal ser blanquecino, con cuerpo de serpiente, rostro de hombre, seis ojos de cabra y un conjunto de cuernos simulando una corona, apareció ante nosotros y, sin previo aviso, nos atacó. Perdimos a tres soldados antes reaccionar y, en venganza, le hicimos retroceder con nuestros arpones y las detonaciones de pequeños explosivos. Iracunda por nuestra osadía, la criatura abrió la boca y lanzó un potente gruñido que, aún debajo del agua, reventó nuestros tanques de oxígeno, matando al resto de mis compañeros en el acto.


Con las pocas fuerzas que me quedaban me aferré al cable y tiré de éste con la esperanza de que también me subieran. Mi plan funcionó, mientras ascendía la bestia trató de alcanzarme, pero le disparé una bengala que, al impactar uno de sus ojos, le hizo volver a la oscuridad del océano.


Al llegar a la superficie, mi padre y su equipo me sacaron del agua junto al objeto radioactivo; encendieron motores y de inmediato nos fuimos. Mientras me recuperaba pude ver cómo todos me miraban consternados, pero no por mi estado, sino porque había sobrevivido. Entonces lo entendí: ellos sabían de aquella cosa desde el principio. “Eso” era la razón por la que explorabamos los confines del espacio y nos olvidamos de las profundidades del mar. Después de descubrir lo que se encontraba allá abajo, comencé a buscar una ruta de escape.

 

ACERCA DEL AUTOR

Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México, 1994) es escritor, licenciado en Comercio Internacional y Aduanas, además es técnico analista programador bilingüe. Es autor de dos novelas "Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl" (Amazon 2019) y "Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo" (Editorial Pathbooks 2020). También es autor de diez libros infantiles con la editorial Pathbooks y traducidos en seis idiomas. Su más reciente obra es una antología de cuentos titulada "Entre Nosotros" (Amazon 2021).

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