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  • Foto del escritorMario Portugal-Ramírez

Breviario para suicidarse en marzo

Actualizado: 7 oct 2021


por Mario S. Portugal-Ramírez

 

A diferencia de lo que se suele pensar, suicidarse en marzo es un arte regido por una serie de procedimientos que todo buen suicida deben honrar con cierta veneración. Pululan por ahí suicidas que, en un despliegue de total anarquía, no observan estas reglas y deciden suicidarse así sin más.


El lector se preguntará ¿Por qué marzo? ¿Qué acaso no es lo suficientemente bueno suicidarse a finales de mayo? ¿O quizás en septiembre? (algunos ilusos creen que por suicidarse en este mes hacen más poético el suicidio).


Respondemos a estas interrogantes con una sencilla razón: un suicidio hecho cualquier otro mes del año es nada más que un suicidio común y corriente. En cambio, un suicidio en marzo es como decía Balzac: un sublime poema de melancolía. A quien no convenza nuestras razones, sugerimos que consulte alguna otra guía, acorde a su antojo.


Pero vamos a abandonar los temas que no tienen trascendencia para concentrarnos en lo importante: los pasos para suicidarse en marzo.


El primer paso que el lector debe tomar en cuenta es la elegir la fecha para llevar adelante el suicidio. No debe ser una selección al azar, sino que debe hacerse una elección cuidadosa y con fundamentos. Recuerde que será una fecha que será recordada por mucho tiempo por sus seres queridos, de ahí su importancia. Quién escribe, por ejemplo, decidió suicidarse un 13 de marzo, día de su onomástico.


El segundo paso consiste en escribir una correcta nota de despedida. Evite usar las ya trilladas frases cómo “Acabaré con mi vida porque ya no me amas” o “Sé que mi muerte afectará a muchas personas”. Debe poner en práctica sus habilidades literarias y componer un texto donde deje claramente los motivos y su determinación para hacerlo. No lo olvide, su nota es un diálogo que entabla con la posteridad.


El tercer paso es decidir la hora del día en que se suicidará. En general, la gente prefiere los atardeceres por ser más melancólicos. Sin embargo, no debemos desdeñar los virtudes de los amaneceres y la noche. Por experiencia aconsejamos esta última opción, pues la noche suele generar una sensación especial que llamaré, y perdónese el torpe oxímoron, sopor eufórico.


El cuarto paso es, sin lugar a dudas, el más importante: elegir como se hará el suicidio. Como el lector sabrá, hay una variedad de formas para hacerlo. Nosotros no vamos a tomar partido por ninguna porque, sin importar el método, un buen suicidio será aquél que se ejecute de manera impecable. Todas las técnicas tienen su lirismo inherente, en tanto éstas estén bien ejecutadas. Mal realizadas, sólo podrán causar vergüenza al suicida.

Por eso también recomendamos tener todos los elementos necesarios a mano y en buen estado: cuchillas afiladas para un corte de venas limpio, una soga resistente que no ceda en el pataleo de la asfixia, la dosis adecuada de somníferos, la cantidad suficiente de gas para inundar la habitación donde se este acostado...


Es usual que justo en el momento de cometer el acto tiemble la mano. Esto siempre sucede al suicida primerizo, así que no se preocupe si el primer intento falla. Se entiende que en ese preciso momento le embargue la tribulación. Por ello el siguiente consejo: piense en el recuerdo más triste que pueda, algo reciente o que este nublado por el pasado. Piénselo con suficiente fuerza para que duela nuevamente, hasta sentir que se desgarra poco a poquito por dentro. Si el llanto estalla es que está usted preparado.


Es justo en este momento en que usted deberá cometer el acto. Y no podrá más que sentir euforia, porque estará usted viajando frente a infinitos orbes en un parpadeo. Estará aquí y no lo estará. Y al culminar esta experiencia, se habrá dado cuenta usted que habrá valido la pena perder una de sus nueve vidas.

 

*Este cuento fue publicado originalmente en l compilación "Escritores noveles" (2005) del Fondo Editorial Gobierno Autónomo Municipal de Santa Cruz

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